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La F-1 encogió su alma ante el terrible accidente que sufrió ayer Felipe Massa. El piloto de Ferrari, en un alarde de mala suerte, recibió el severo golpe de uno de los muelles o amortiguadores inerciales, de 800 gramos de peso, del Brawn de Barrichello. Iba a unos 250 km/h en la zona más rápida de Hungaroring y perdió inmediatamente el conocimiento. Pero en un instante de consciencia antes de salirse de la pista, posó el pie sobre el freno lo suficiente para evitar un golpe más fuerte. Los servicios de emergencia tardaron diez minutos en sacarle del coche.

Nada más bajarse del coche, Barrichello, con la cara desencajada, se fue al centro médico del circuito a la carrera. En la ambulancia, hasta llegar al mismo, su compatriota recupero la conciencia y sus movimientos al menos tranquilizaron al mundo

Fue trasladado en helicóptero al hospital AEK de Budapest, donde se le diagnóstico un corte en la frente, una fractura en el arco supraorbital izquierdo y un traumatismo craneal. Por la tarde fue operado con éxito para retirarle un trozo de hueso que podía hacerle perder el ojo.

Sin embargo, horas más tarde la preocupación se extendió tras las declaraciones de uno de los médicos a la televisión italiana Sky. En ellas, explicó que el piloto permanecía en coma inducido y que no se podía descartar la posibilidad de que existieran riegos cerebrales. Además, se negó a responder a la pregunta de si la vida de Massa corría peligro, ya que no habrá novedades hasta que hoy se le retiré la sedación que le mantiene inconsciente.